Desentrañar los entresijos del río es fundamental para tener éxito en la pesca, hay que ver si come a medias aguas, en superficies o en el fondo para ver qué proponer

Con la llegada del solsticio de verano, el pasado día 20 de este mes a las 22:34, despedimos una de las primaveras más lluviosas en mucho tiempo que desbordó ríos y llenó embalses, pero en sus últimos largos días nos regaló un paraíso de agua cantarina, con música de trinos y mil adornos de colores.

Es la estación más deseada por los pescadores de salmónidos, se acaba el invierno y se abre una larga veda: ¡ Comienzan las escapadas de pesca!. La ribera se viste de verde y el proceso de cría de toda clase de seres se pone en funcionamiento, todo toma vida y color.

Se acabó una primavera muy irregular para la pesca, los grandes caudales, la copiosa lluvia y los desagües obligados de los embalses influyeron mucho en nuestra afición, pero aunque la actividad fue irregular muchas de las salidas al río fueron provechosas. Aquí en León los ríos naturales fueron, por lo general, los de mejor resultados en cuanto a capturas y nivel de agua para la practica de nuestra afición.

Ahora, olvidándonos de señuelos pesados y ninfas, nos afanaremos en proponer a esas truchas más esquivas nuestra colección de moscas secas y ahogadas en una pesca quizá más emocionante y satisfactoria. La pesca a la leonesa para unos y la seca para otros serán las artes más empleadas, sin olvidar a los aficionados de la pesca a cucharilla y demás señuelos permitidos según las aguas.

Los ríos están en su mejor momento de caudal, el agua empieza a coger temperatura y es la hora de probar esas mosca que hemos estado confeccionando para la ocasión. Esta inusual primavera generó retrasos en las eclosiones de los insectos, hecho que muchas veces despista a los pescadores de mosca.

Si no eres capaz de leer las aguas con tranquilidad carecerás de reseñas para saber donde, como y que engaño proponer, no dejes nunca a la suerte lo que vaya a suceder.

Hay que leer el río y sacar conclusiones. La superficie del río es el resultado de todo lo que sucede en su lecho, lo que no se ve se puede intuir e interpretar; distintas profundidades, velocidad del agua, cambiantes colores, la temperatura y otros matices revelarán sus secretos.

Desentrañar los entresijos del río es fundamental para tener éxito en la jornada de pesca, saber cuando, donde y que comen son las incógnitas a desentrañar. Una vez habituado al río toca fijarse en si la trucha come en superficie, a medias aguas o por el fondo para así saber lo que le tienes que proponer.

Si hay eclosiones y la trucha come en superficie hay que distinguir las distintas tomas; si a penas boquea la superficie y marca un pequeño circulo, suele estar comiendo insectos agónicos, si la cebada es más rápida y el círculo mayor seguro son emergentes, pero si la cebada es portentosa y muestra parte del cuerpo en superficie comerá insectos prácticamente adultos que tratan de romper la tensión del agua y salir volando. En cualquier caso lo mejor es buscar algún indicador que nos sirva de guía para proponer la mosca adecuada; examinar ese insecto que está volando, flotando sobre la superficie del agua, envuelto en la espuma o preso en una tela de araña entre la vegetación de la ribera, es por ahí que encontraremos la respuesta adecuada.

Los comederos de las truchas suelen ser esas zonas donde gastan pocas energías y le llegan abundantes alimentos, remansos próximos a las corrientes, donde hay rocas, raíces y troncos que las protegen. Las líneas que forman las corrientes que discurren a distintas velocidades son buenos sitios para derivar la mosca y también esa V que forma el agua al chocar con obstáculos.

Los peces tienen ciclos de alimentación basados en las fases de la luna y siempre podemos ayudarnos de las famosas tablas solunares que nos indican los momentos de más actividad, aunque estos tiempos solunares solo son una previsión de los periodos en que resulta más probable que las truchas manifiesten una mayor avidez a la hora de alimentarse. Bien sabemos los pecadores que hay más factores influyentes y que al final son los peces los que deciden cuando, donde y que comer.

En la observación siempre sacarás conclusiones, el río es generoso y nos enseña muchas cosas, pero todas nunca las sabrás. La naturaleza nunca engaña, pero oculta parte de su intimidad para preservar sus misterios. Cuanta más información tengamos mejor podemos manejar la situación, pero, aunque entiendas que tu mandas, la última decisión la tendrá siempre el pez. Buena pesca.